Lectura: Juan 14:1-6

Unos amigos cuyo familiar trabaja en una aerolínea, cuentan con algunos beneficios muy particulares por ser familiares directos, entre ellos, cada año tienen derecho a conseguir tiquetes aéreos a costos muy bajos.  La única condición que tienen es que pueden abordar tan sólo si queda espacio en el vuelo en el desean viajar; y hasta que se verifique que existe espacio disponible, el equipaje es apartado de los demás con una leyenda de “pendiente”.  Así mientras ellos ven a todos los pasajeros abordar, se preguntan si quedará espacio para volar; con esta realidad nunca se está seguro de que ese día podrán hacerlo, porque dependerá del espacio disponible en el vuelo.

Una realidad muy diferente enfrentamos los creyentes cuando pensamos en nuestro futuro y nuestro viaje a nuestro hogar celestial.  Este fabuloso viaje inicia en el momento que depositamos nuestra fe en Jesús y empezamos a seguirle como nuestro Señor y Salvador.  Debido a su muerte y resurrección, el viaje a nuestro hogar celestial está absolutamente garantizado; no tenemos una etiqueta con la palabra “pendiente”, ni debemos esperar pacientemente para ver si existirá espacio disponible.  Nuestro espacio está asegurado y depende totalmente de la muerte sustitutiva de Jesús.

Si al igual que Tomás en Juan 14:5, en ocasiones te cuestionas: ¿verdaderamente el Señor me llevará con Él?, puedes confiar en Su promesa: “…Voy, pues, a preparar lugar para ustedes. Y si voy y les preparo lugar, vendré otra vez y los tomaré conmigo para que donde yo esté ustedes también estén” (Juan 14:2-3).

  1. La fe en Jesús es el único boleto al cielo.
  2. Nuestro Señor tiene preparado un lugar especial para todo aquel que le siga y ponga su fe en El, y tú ¿qué harás? ¿Confiarás en Él? O ¿Seguirás por tu propio camino que no te llevará a ninguna parte?

HG/MD

“En la casa de mi Padre muchas moradas hay. De otra manera, se los hubiera dicho. Voy, pues, a preparar lugar para ustedes.” (Juan 14:2)