Lectura: Lucas 9:18-27

Hace algún tiempo cuando tuvimos que enfrentar una crisis financiera mundial, los ejecutivos de un banco fueron juzgados en un tribunal, por engañar a sus clientes en cuanto al riesgo que estaban enfrentando al realizar cierto tipo de inversiones poco seguras.

Aunque prometían un interés elevado, los ejecutivos bancarios sabían que el riesgo de pérdida también era muy alto, y que en el peor de los casos perderían lo que habían invertido; esto fue lo que finalmente sucedió.

Por supuesto sabemos que engañar no es nada nuevo.  Jesús describió a Satanás de la siguiente manera: “… porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de lo suyo propio habla porque es mentiroso y padre de mentira” (Juan 8:44).  Y es que el engañador y enemigo de nuestras almas nos dice: “vivan solo para el hoy”, aunque sabe que esto sólo producirá pérdidas eternas.

Por el contrario, Jesús no les ofreció a sus discípulos una vida próspera y fácil, sino que los llamó al autosacrificio y a identificarse con Él. Después de decirles que lo matarían y que resucitaría de los muertos, declaró: “…Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame.  Porque el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por causa de mí, la salvará” (Lucas 9:23-24).

  1. ¡Cuidado! Hay dos voces que nos dicen dónde invertir nuestra vida. Es un negocio riesgoso seguir la voz equivocada.
  2. Jesús no nos ofrece un camino fácil, pero si el camino correcto.

HG/MD

“Decía entonces a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame” (Lucas 9:23).