Lectura: Números 13:17-14:38

La historia de los 12 espías que Moisés envía para reconocer previamente por 40 días la Tierra Prometida de Canaán, es una de las más interesantes de las escrituras; encontramos de todo, suspenso, peligros, una tierra fértil, llena de leche y mil; sin embargo, también encontramos a 10 cobardes que dan un reporte pesimista y lleno de dificultades a Moisés: “La tierra que fuimos a explorar es tierra que traga a sus habitantes. Todo el pueblo que vimos en ella son hombres de gran estatura. También vimos allí gigantes, hijos de Anac, raza de gigantes. Nosotros, a nuestros propios ojos, parecíamos langostas; y así parecíamos a sus ojos”.  (Núm.13:33)

En medio de todo ese derrotismo, nos encontramos con dos hombres que vieron mucho más allá de lo que los otros 10 pudieron ver. Si había gigantes, y las ciudades estaban fortificadas, tenían ejércitos y armas.  Pero, ¿quién era más grande, sus dioses falsos o el Dios verdadero?  ¿Habían olvidado cómo Dios les había guiado por el desierto hasta ahí?

Esos 10 espías junto a más personas del pueblo, quienes quisieron revelarse en contra Dios, fueron destruidos en el desierto, mientras que Josué encaminó a su pueblo para poseer la Tierra Prometida con la guía de nuestro Señor y por su parte a Caleb el Señor le bendijo grandemente: “Pero a mi siervo Caleb, por cuanto ha demostrado un espíritu diferente y me ha seguido con integridad, yo lo introduciré en la tierra a la que él fue, y su descendencia la tendrá en posesión” (Núm.14:24).

El principio que encontramos en esta historia puede ilustrarse por medio de dos globos, uno lleno de dióxido de carbono y otro lleno de helio, ¿Cuál de los dos se elevará? Por supuesto el que está lleno de Helio, ya que es más ligero que el aire que le rodea.  De manera similar cuando nuestros corazones están llenos de pecado, dudas, temores y amargura, no podemos practicar nuestra fe de la forma que Dios quiere que lo hagamos, despojados de peso del pecado: “Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que tan fácilmente nos enreda, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos delante de nosotros  puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, quien por el gozo que tenía delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se ha sentado a la diestra del trono de Dios.” (Hebreos 12:1-2)

  1. Necesitamos más Calebs que estén dispuestos a dejarse guiar por el Señor, ¿Quieres sumarte al equipo de Caleb y Josué? ¡Enfrenta a tus gigantes, el Señor está a tu lado!
  1. Cuando tienes temor tan sólo vez obstáculos, cuando añades la fe a la ecuación, podrás ver la oportunidad de depender más de tu Señor.

HG/MD

“Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, quien por el gozo que tenía delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se ha sentado a la diestra del trono de Dios – Hebreos 12:2