Lectura: Juan 4:1-15

Por años, los científicos de la NASA han gastado muchos millones de dólares buscando agua en el planeta Marte, para ello han enviado sondas y robots que analizan el suelo marciano. 

Pero, ¿por qué hacen esto los científicos?  Por una sencilla razón, sin agua no hay vida, si alguna vez se quisiera colonizar este planeta, es imprescindible que exista algún suministro de este preciado líquido.

Hace aproximadamente 2000 años, un par de personas también cruzaron sus caminos en el árido terreno de Samaria en busca de la misma agua.  Se trataba de una mujer quien vivía cerca y de un hombre quien en esos entonces vivía en Galilea.  Terminaron reuniéndose en un pozo cercano a la aldea de Sicar.  Cuando llegaron, Jesús encontró el agua que buscaba, pero la mujer halló una clase de agua que no sabía que necesitaba (Juan 4:5-15).

El agua es un insumo esencial tanto para la vida física como para la espiritual, y Jesús usó el ejemplo del agua física para mostrarle a aquella mujer un tipo de agua aún mejor, Él le ofreció el Agua de Vida: Él mismo.  Jesús es esa agua renovadora y refrescante, esa fuente de agua que salta para vida eterna, si se bebe de esa agua nunca más se tendrá sed espiritual, sin Él no hay vida (Juan 4:14).

  1. ¿Conoces a alguien que esté buscando agua? ¿Alguien que esté espiritualmente sediento? Preséntale a Jesús, el Agua viva.
  2. No busques el agua donde sólo hay un desierto de sin sabores y tristeza, busca el agua viva que se encuentra solamente en Jesús.

HG/MD

“Pero cualquiera que beba del agua que yo le daré, nunca más tendrá sed sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna” (Juan 4:14).