Lectura: Apocalipsis 21:1-8

En una clase un líder juvenil detectó que los jóvenes tenían una opinión incorrecta del cielo, ya que lo consideraban como un sitio aburrido y donde no había mucho que hacer.  Así que, para ampliarles su visión e imaginación, empezó a mencionarles algunas indicaciones.

Piensen en la mejor música que han escuchado, y en un momento descubren que tan sólo se trata de una parte muy pequeña de un sin número de notas musicales que llenan todos los espacios.  Imaginen despertar y descubrir que el día de ayer fue tan sólo una muestra de cosas mejores que están por venir.  Vayan por un momento al instante en el que descubrieron la basta inmensidad del mar o el aire puro de las montañas, y ahora piensen que viven esas emociones día tras día.  Se sienten amados cada día y tienen la certeza de que no habrá más decepciones en su camino, la culpa y las tristezas quedaron atrás en lo más profundo del mar; pero, sobre todo piensen en estar al lado de quien los creó y los amó a tal punto de entregar su vida por ustedes.

Por un momento, el lugar donde se reunieron quedó en silencio y luego de eso empezaron las preguntas hacia su líder, preguntaron por otras situaciones que quedarían atrás y comenzaron a hablar de las oportunidades de aquel lugar que no valoraban.  Concluyeron que, si el cielo era así, entonces definitivamente querían estar ahí.

  1. Todos tenemos sueños y deseos, anhelos que viven en lo más profundo de nuestro ser, el cielo sobrepasa por mucho cualquiera de nuestros sueños e ilusiones, ya que Dios es infinitamente creativo. 
  2. “En la casa de mi Padre muchas moradas hay. De otra manera, se los hubiera dicho. Voy, pues, a preparar lugar para ustedes”. (Juan 14:2).

HG/MD

Más bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio ni oído oyó, que ni han surgido en el corazón del hombre, son las que Dios ha preparado para los que lo aman. (1 Corintios 2:9).