Lectura: Miqueas 7:1-3;18-20

Existe un ministerio que se llama bicicletas de “segunda oportunidad”, así les gusta llamarles.  Los voluntarios de este ministerio se dedican a arreglar bicicletas desechadas por adultos y niños, para luego donarlas a niños pobres y personas necesitadas que quieren dedicarse al negocio de las entregas de comida.

De esta manera no sólo las bicicletas tienen una segunda oportunidad de ser usadas, sino que también quienes las reciben en muchas ocasiones logran empezar de nuevo. Y es que las segundas oportunidades transforman vidas, en especial cuando esta segunda oportunidad proviene de Dios.

El profeta Miqueas reconoció esa gracia inmerecida cuando su pueblo Israel se encontraba sumido en pecados como el soborno, el fraude, entre otros, por eso escribió lo siguiente: “El piadoso ha desaparecido de la tierra; no hay ni uno que sea recto entre los hombres” (7:2).

Miqueas sabía muy bien que Dios pudo haber castigado la maldad de su pueblo, pero también comprendía que Él es rico en misericordia, y estaba convencido de que les brindaría una oportunidad de arrepentirse: “¿Qué Dios hay como tú que perdona la maldad y olvida el pecado del remanente de su heredad? No ha guardado para siempre su enojo porque él se complace en la misericordia” (v.18).

De esa misma forma, nosotros podemos estar seguros de que al arrepentirnos de nuestras equivocaciones, Dios nos brinda su perdón, tal como Miqueas estaba seguro de esa verdad: “Volverá a compadecerse de nosotros. Pisoteará nuestras iniquidades y echará nuestros pecados en las profundidades del mar” (v.19).

  1. Gracias Señor Jesús por habernos dado a cada uno de nosotros una segunda oportunidad.
  2. Hoy también puede ser el día de misericordia y gracia para ti, reconoce tus errores, arrepiéntete de ellos y pídele a Dios su perdón.

HG/MD

“Porque la tristeza que es según Dios genera arrepentimiento para salvación, de lo que no hay que lamentarse; pero la tristeza del mundo degenera en muerte” (2 Corintios 7:10).