Lectura: Levítico 4:13-20

La internet trajo muchas cosas buenas a nuestra vida: información, música, amistades de otros lugares, distancias reducidas, más productividad, pero con esas cosas buenas, también existen muchas malas, entre ellas los virus electrónicos, los cuales pueden causar mucho daño y hasta poner en peligro la vida de las personas.

Pero existe otro tipo de virus más peligroso; ha circulado desde hace mucho más tiempo que los electrónicos, es el virus del pecado, no puede ser contenido por vacunas o medidas de salud, es el virus del pecado.  El virus del pecado puede hacer que toda una comunidad yerre, se descarríe, vague o vacile sobre los propósitos de Dios. Es el virus más común que existe hoy. Este detestable intruso ataca el corazón, y si no se controla, destruye familias, amistades, carreras, oportunidades, finanzas, futuros y sobre todo, tu comunión con el Señor.

En nuestra lectura devocional leímos sobre la ofrenda por el pecado. El propósito de esta ofrenda era proporcionar un sustituto por pecados específicos no intencionados, el perdón de pecados y limpieza de la contaminación. Esta ofrenda por el pecado era obligatoria y una manera específica en la que un pecador y una comunidad lograban la plena restauración de su comunión con Dios.

Hoy día no necesitamos toros, cabritos, carneros ni corderos como sacrificio a Dios por nuestros pecados, debido que Jesús se ofreció a sí mismo a Dios como nuestra expiación sustitutiva, un sacrificio “una vez y para siempre” (Hebreos 10:10). Dios quiere que seamos santos por medio del sacrificio de Jesús, el cual es la base de nuestra fe (Romanos 10:9).

  1. Jesús es el antivirus de Dios que quita el virus del pecado.
  2. La comunión diaria con Dios, es lo que nos mantiene limpios del riesgo de que el virus del pecado nos vuelva a atacar (1 Juan 1:9).

HG/MD

“Es en esa voluntad que somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre” (Hebreos 10:10).