Lectura: Proverbios 6:6-11

Un amigo empezó a tener problemas con el cobertizo de su casa, notó que tenía goteras y filtraciones que hacían peligrar la estructura.  Al ver que no podía repararlo con sus conocimientos básicos de construcción, decidió solicitar presupuestos, escogió el más económico de ellos y que además prometía realizar todos los trámites legales.

Cuando el trabajo estaba terminado, lo observó con detenimiento y descubrió algunos detalles que no se veían muy bien.  Para contar con una segunda opinión, decidió consultarle a un inspector de construcciones del ayuntamiento, para su sorpresa, el constructor no había solicitado ningún permiso de construcción y al hacerlo había incumplido varias leyes, lo peor de todo, estaba incumpliendo con muchos elementos de seguridad que debía tener la obra terminada, así que tuvo que pagar multas y volver a realizar buena parte del trabajo cumpliendo con lo estipulado.

Esta situación nos debe recordar un principio importante, y no hablo de contar con los permisos de construcción en regla; si no tenemos a alguien a quien rendirle cuentas, nuestra tendencia será apenas dar el mínimo esfuerzo y no lo mejor que podemos.

Jesucristo explica este principio mediante dos parábolas: Mateo 24:45-51 y 25:14-30. En ambos casos, al menos un trabajador sin supervisión fracasó cuando su amo no estaba.  No obstante, también en Proverbios 6, vemos otro enfoque de este principio con el ejemplo de la hormiga que trabaja bien sin tener un supervisor visible.  Por instinto, hace su tarea sin que la controlen.

  1. Entonces la pregunta que debemos contestar es, ¿qué clase de personas somos? ¿Trabajamos bien sólo cuando alguien nos observa? ¿O entendemos que todo nuestro servicio es para Dios y, entonces, damos lo mejor todo el tiempo, aunque ninguna autoridad humana nos esté vigilando?
  2. No podemos obedecer a Dios tan sólo cuando alguien nos mira, debemos madurar y entender que tenemos un propósito superior que cumplir, el cual es conocer cada día más a nuestro Creador y compartir con otros las buenas nuevas que ahora conocemos.

HG/MD

“Además, teníamos a nuestros padres carnales que nos disciplinaban y los respetábamos. ¿No obedeceremos con mayor razón al Padre de los espíritus, y viviremos?” (Hebreos 12:9).