Lectura: Mateo 6:9-13

Resulta extraordinario poder salir del país de residencia para compartir el mensaje de salvación con otras personas, en algunas ocasiones, durante esos viajes se es testigo de las maravillas que Dios ha creado, tal es el caso de los parques nacionales, ruinas de tiempos ya pasados y otro sin número de sitios que hacen que reconozcamos la grandeza de nuestro Señor.

Sin embargo, en ocasiones también se es testigo de las necesidades y situaciones que pasan muchas personas que viven en estos países, como por ejemplo el desempleo, la falta de oportunidades y la desnutrición. Por causa de estas dificultades, muchos no saben de dónde provendrá su próxima comida, así que cada tiempo de alimentación es un momento de alegría y agradecimiento por el pan frente a ellos; al mismo tiempo es un ruego para que Dios tenga misericordia y así poder acceder a una próxima comida.

Esta oración es muy similar a la que Jesús compartió en Mateo 6:11: “El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy”.  Por supuesto la palabra “pan” hace alusión a la comida, mientras que la frase “cada día”, a la provisión divina diaria.

Para entender mejor esta oración, es necesario que vayamos a los tiempos en que fue escrito el Nuevo Testamento.  Los trabajadores de esa época recibían su paga día a día, así que si se enfermaban unos días podía significar una tragedia para ellos y sus familias.  Esta oración era una realidad diaria para cada una de esas personas que trabajaban arduamente por llevar pan a sus mesas.

  1. Esta oración hoy sigue tan vigente como cuando se pronunció en el primer siglo.  Como discípulos de Jesús debemos reconocer nuestra dependencia no sólo del pan diario, sino de todas las cosas que recibimos o tenemos, las cuales han sido dadas por la gracia y misericordia de Dios.
  2. La provisión de Dios sigue tan vigente como en ese tiempo, pero tal como en ese tiempo requiere de nuestro trabajo diligente y constante.

HG/MD

“El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy” (Mateo 6:11).