Lectura: Efesios 1:3-14
Existe un eslogan que fue usado hace algunos años: “Hay cosas que el dinero no puede comprar, para todo lo demás…”, luego se indicaba el nombre comercial de una conocida tarjeta de crédito.
Y es que en un mundo tan comercial como el que vivimos, una persona con suficiente dinero puede comprar o acceder a muchas cosas, por ejemplo, pagar por una mejora en su celda de cárcel, cuando está presa. También se dice que un magnate compró una isla hawaiana llamada Lani, se la vendieron por 300 mil millones de dólares con absolutamente todo, ya que cuenta con dos hoteles de lujo y un poblado con 3,200 habitantes.
No obstante, como dice el eslogan hay cosas que el dinero no puede comprar y una de ellas es la redención que significa la libertad del dominio del pecado. Cuando el apóstol Pablo empezó a escribir sobre la naturaleza inestimable del plan de Dios para la salvación por medio de Cristo, su corazón irrumpió en alabanza: “En él tenemos redención por medio de su sangre, el perdón de nuestras transgresiones, según las riquezas de su gracia que hizo sobreabundar para con nosotros…” (Efesios 1:7-8).
La muerte de Jesús en la cruz fue el más alto costo de todos los tiempos ya que se pagó para liberarnos del pecado. Y solamente Él podía pagar ese precio, porque es el perfecto Hijo de Dios.
- La respuesta natural ante una gracia tan generosa pero también costosa, es una alabanza espontánea y de corazón, y una consagración al Dios que nos compró por medio de Jesucristo (Efesios 1:13-14).
- ¡Alabado sea nuestro Dios amoroso!; ¡Él vino para darnos libertad!
HG/MD
“En él tenemos redención por medio de su sangre, el perdón de nuestras transgresiones, según las riquezas de su gracia” (Efesios 1:7).
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