Lectura: Eclesiastés 2:15-26

Un agente de bienes raíces anunciaba la venta de un nuevo condominio de una manera muy llamativa, su propaganda decía literalmente: “Redescubra el cielo en la tierra”.  Asumo que lo que quería transmitirle a sus posibles clientes, era que con su compra tan ostentosa y extravagante se sentirían como viviendo en el mismo cielo gracias a sus lujosas casas.

El autor de Eclesiastés, que la mayoría de los maestros bíblicos concuerdan que es Salomón, era un hombre extremadamente rico (Eclesiastés 1:12).  Él se afanó tratando de encontrar el cielo en la tierra y de hecho vivía rodeado de los mejores lujos de su época, tenía todas las posesiones materiales que cualquier persona desearía tener  (2:1-10).  Pero aun con todo ese lujo no estaba satisfecho.  Estaba tan desilusionado de la vida en general, que la calificó con una sola palabra que es sencilla pero poderosa a la vez: “vanidad”.

Es claro que para hacer énfasis en esa idea, en el capítulo dos repitió la palabra vanidad ocho veces, y para reafirmar su punto, expresó que aborrecía todo lo que había hecho “debajo del sol” (2:18) como una forma de exponer su dureza y cansancio sin propósito; se sentía vacío e insatisfecho, calificaba todos sus esfuerzos como inútiles, y para empeorar la situación, había comprendido que el fruto de todo ese duro trabajo que había realizado, sería para alguien que no había luchado como él para adquirir esos bienes  (v.2:18).

Si eres un creyente, puedes esperar la promesa de Cristo de un hogar celestial que Él ha ido a preparar para todo aquel que ha decidido seguirle como Señor y Salvador  (Juan 14:2).  Esa es la misma razón por la que el apóstol Pablo aconsejó a los colosenses, que disfrutaran de lo que es verdaderamente importante y que Dios nos ha provisto: “Ocupen la mente en las cosas de arriba, no en las de la tierra” (Colosenses 3:2).

  1. No trates de encontrar el cielo en la tierra. No lo lograrás; ¡no importa cuánto te esfuerces en buscar!
  2. Si en verdad tu mirada está puesta en las cosas de Dios, te será fácil desprenderte de lo terrenal.

HG/MD

“Ocupen la mente en las cosas de arriba, no en las de la tierra” (Colosenses 3:2).