Lectura: Juan 15:9-17

Un misionero regresaba a su país desde tierras lejanas y su última escala requería un viaje de más de 10 horas de vuelo en avión.

Ilusionado porque vería nuevamente a su familia y amigos, se prestó a sentarse en su incómodo asiento de avión, no obstante, se acomodó lo mejor que pudo, y se dispuso a ver lo que ofrecía el entretenimiento abordo en la pantalla de su asiento y así encerrarse en su propio mundo.

En ese preciso momento, una familia con varios niños se sentó a su alrededor.  Justo a su lado se sentó una pequeña de escasos 6 años, y antes de que pudiera empezar a ver su pantalla, la niña le dijo: “Hola, mi nombre es Lucy y ¿el suyo?”  El hombre cortésmente le dijo: “Mi hombre es Juan”, en ese instante la niña empezó a contarle desde el nombre de su perrito hasta la historia de su familia, sobre cómo era su pueblo y su casa.

Conversaron por un rato hasta que ella de repente se calló, se cubrió con la frazada que brinda la aerolínea, y se acomodó.  El hombre pensó, seguramente va a dormir.  Así que nuevamente intentó poner su mano en la pantalla de entretenimiento a bordo, pero antes de lograrlo, una manita tocó su brazo de repente, él miró a la niña quien lo observó con la mirada más dulce que podamos imaginar, le dijo: “Oye Juan, ¿Quieres ser mi amigo?”.

En ese momento el corazón de Juan se derritió y le dijo a la niña: “Seamos amigos”.

En medio de toda la agitación e interrupciones que nos presenta la vida, muchas veces deseamos que nos dejen en paz o tener la ocasión de simplemente deprimirnos por las situaciones complicadas que quizás estamos atravesando.  Es en ese momento que nuestro Señor Jesús, extiende hacia nosotros sus manos con las marcas de los clavos aun en ellas, invitándonos a ser sus amigos: “…Pero los he llamado amigos porque les he dado a conocer todas las cosas que oí de mi Padre” (Juan 15:15).  Nosotros al igual que aquel hombre podemos mantenernos en nuestro propio mundo o abrir nuestros corazones hacia una amistad con el autor de la vida.

  1. Acepta hoy la invitación de Jesús.
  2. El Señor Jesús quiere que lo llames Amigo.

HG/MD

“Ya no los llamo más siervos porque el siervo no sabe lo que hace su señor. Pero los he llamado amigos porque les he dado a conocer todas las cosas que oí de mi Padre.” (Juan 15:15).