Lectura: Mateo 6:1-14

En una iglesia le pidieron a un anciano muy conocido por su buena oratoria y elocuencia, que por favor pasara a orar para iniciar el servicio; el hombre empezó a orar, pero al poco tiempo su voz empezó a bajar hasta convertirse en un murmullo, haciendo incomprensible lo que estaba diciendo para quienes lo estaban escuchando.

Luego de un momento el ministro le dijo al anciano: “Perdón, pero no te entendemos”.

Sin dudarlo, el hombre levantó la mirada y le dijo: “No estoy hablando con usted”.

Aunque no estamos diciendo que debemos avergonzar a las personas en público con una respuesta tan grosera como la de este anciano, si nos ilustra un buen punto con respecto a la oración. Cuando oramos en público tenemos que tener en cuenta que no nos corresponde impresionar a las personas a nuestro alrededor con las palabras elocuentes que digamos, sino adorar al Señor, pues es con Él con quien estamos hablando.

Orar en público es complicado, pues queremos que la gente nos aprecie y no queremos que nuestros amigos piensen que no somos capaces de orar con coherencia.

Esto es posiblemente lo que sucedía con los hipócritas a los cuales se refería Jesús en nuestra lectura devocional en Mateo 6.  Sentían que eran el centro de atención; para ellos la mejor oración era la que llamaba más la atención y la más ruidosa. Sin embargo; por agradables y sofisticadas que hubieran sonado sus oraciones, no viajaban más lejos que a sus propios oídos y los de quienes los escuchaban.  Es por ello que Jesús dijo: “Ya tienen su recompensa” (Mateo 6:5).

En lugar de tratar de orar de forma que impresionemos a los demás, oremos como nos enseñó Jesús en su oración modelo. Tenemos que orar a Dios, no a la gente que está en nuestro grupo de oración, de esta forma nunca nos van a preguntar con quién estamos conversando.

  1. ¿Cuántas veces haces lo que dice Mateo 6:6?
  2. Habla con Dios, Él te escucha.

HG/MD

“Pero tú, cuando ores, entra en tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en secreto te recompensará” (Mateo 6:6).