Lectura: Efesios 1:3-23

Durante las vacaciones pasamos por un lugar donde las llanuras se extendían por kilómetros y kilómetros. En uno de los tantos anuncios publicitarios que se ubicaban al lado del camino, hubo uno que me llamó la atención, decía: “Al viajar por estas tierras experimentarás la inmensidad de nuestros paisajes”.  Aquella frase publicitaria tenía cierto grado de verdad, pues los espacios abiertos y los paisajes se extendían más allá de donde alcanzaban a ver nuestros ojos.

Cuando procuramos conocer al infinito Dios en quien hemos depositado nuestra fe, también podemos experimentar otro tipo de inmensidad.  Su amor por nosotros los pecadores perdonados y la salvación que ofrece a todo aquel que lo acepta, excede todo conocimiento.

Pablo lo expresó de una forma excepcional en la lectura de hoy, al escribir que fuimos escogidos en Cristo: “antes de la fundación del mundo” (Efesios 1:4) y “…nos predestinó por medio de Jesucristo para adopción como hijos suyos, según el beneplácito de su voluntad” (v.5), con el fin de conocer: “la inmensurable grandeza de su poder” (v.19).

A medida que vamos conociendo más y más de Su: “anchura, longitud, altura y profundidad” (Efesios 3:18), no queda más que maravillarnos de Su inmensidad.

  1. Cuando reconocemos nuestros errores y dejamos que Jesús nos limpie gracias a su sacrificio perfecto, empezamos a experimentar la grandeza de Su amor.
  2. La medida del amor de Dios, es que Él ama más allá de nuestros límites.

HG/MD

“Pido que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, les dé espíritu de sabiduría y de revelación en el pleno conocimiento de Él” (Efesios 1:17).