Lectura: Génesis 32:3-13

Jacob entendía muy bien su posición con respecto a la bondad de Dios mostrada hacia él en medio de su pecado y vergüenza, por eso dijo estas palabras: “Menor soy que todas las misericordias y que toda la verdad que has usado para con tu siervo”; otras versiones expresan las primeras palabras de este versículo de la siguiente manera: “yo no soy digno de todas las misericordias…” (Génesis 32:10).

La palabra “misericordia” viene del hebreo: “kjesed”, el cual engloba el amor permanente de Dios.  Y por supuesto, las palabras de Jacob son muy significativas ya que provienen de una persona que se consideraba completamente indigna ante Dios.

Esto se comprueba cuando Jacob expresa las palabras: “Líbrame, por favor” (v.11), reconociendo que dependía totalmente de Dios, de ser librado de la ira de su hermano.  A diferencia de muchas personas orgullosas, ahora Jacob entendía claramente sus errores, y que había arruinado la relación con su hermano al quitarle algo que le pertenecía (Génesis 27), comprendía que no era digno de la gracia de Dios.

No obstante, con el tiempo había comprendido que su esperanza no dependía de sus obras, sino de la misericordia que Dios brinda a quienes reconocen su dependencia de Él.  La humillación, la humildad y el arrepentimiento son siempre bien recibidos por parte de Dios.

  1. No importa dónde estés o qué hayas hecho, aún existe esperanza, déjate abrazar por la misericordia divina y no peques más (Juan 8:11).
  2. En todo lo que emprendas pide siempre la misericordia y guía de Dios.

HG/MD

“Por la bondad del Señor es que no somos consumidos, porque nunca decaen sus misericordias. Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad” (Lamentaciones 3:22-23).