Lectura: Deuteronomio 6:6-12

A un niño le sorprendió siempre una gran pera que tenía su abuelo, no es que fuera diferente de otras peras, lo extraño era el lugar donde estaba; se encontraba en una botella sobre un estante, y el asunto es que era demasiado grande como para pasar por el cuello de aquella botella, él se preguntaba cómo había llegado ahí.

Al niño le sorprendía pensar en cómo su abuelo había podido realizar tal hazaña, él siempre bromeaba con aquella pera, pero nunca le había revelado su secreto.  Finalmente, y muchos años después, su abuelo tuvo misericordia de su nieto y le contó la forma en la cual había sucedido ese hecho que lo inquietaba. Le explicó que cuando era una pera muy pequeña, la habían puesto delicadamente dentro de la botella sin desprenderla de la rama que la ligaba al árbol de origen; de esta forma había crecido dentro de la botella, y después la conservaron en almíbar.

Hoy, muchos padres y madres creyentes aplican un principio similar a sus hijos e hijas; desde una temprana edad los rodean de oraciones, les leen y explican la Palabra de Dios; como resultado crían personas que tienen un mejor concepto de Dios y su necesidad de Él para su salvación y vida diaria.

Que hermosa oportunidad para esos padres que tienen pequeñas “peras” en su casa, pues como dice la Palabra de Dios: “Instruye al niño en su camino; y aun cuando sea viejo no se apartará de él” (Proverbios 22:6).

  1. Nunca descuides a tus pequeños, pronto crecerán y tendrán que dar cuentas a Dios por sus actos y decisiones.
  2. La mayor responsabilidad de los padres y madres, es la de instruir a sus hijos e hijas en la Palabra de Dios.

HG/MD

“Y ustedes, padres, no provoquen a ira a sus hijos, sino críenlos en la disciplina y la instrucción del Señor” (Efesios 6:4).