Lectura: Santiago 4:1-10

En una entrevista le consultaron a una famosa artista de cine, cuánto invertía en su imagen.  Ella contestó muy honestamente que tenía que gastar muchos miles de dólares, y cientos de horas todos los años en artículos para el cabello y en la peluquería; incluso reconoció que esto se había convertido en una adicción y admitió que tenía un problema de “sumisión a los productos de belleza”.

Al detenernos en el significado de la palabra sumisión, aprendemos que hace referencia a “entregarse a la autoridad o control de otro”.  Entonces, podemos decir que, debido a su deseo de sentirse hermosa, esta artista permitía que estos productos controlaran su vida.

Al pensar en esta historia debemos preguntarnos, cuáles son los deseos de nuestro corazón y a qué nos estamos sometiendo con tal de alcanzarlos.  Porque, seamos sinceros, muchas veces deseamos tanto algo que estamos dispuestos a hacer lo que sea para conseguir ese deseo. Puede ser que nuestro problema de sumisión tenga que ver por ejemplo con las posesiones, el ego, la comida, el dinero, el placer o el reconocimiento.

En su carta a los Romanos el apóstol Pablo dijo lo siguiente: “No saben que cuando se ofrecen a alguien para obedecerlo como esclavos son esclavos del que obedecen…” (v.6:16).  Es por ello que debemos estar muy conscientes cuando detectamos en nuestro interior, que un deseo está “combatiendo” para tomar el control (Santiago 4:1), y es en ese momento que debemos someternos al Señor para llegar a ser sus siervos (Romanos 6:22).

  1. Cuidado con nuestros deseos, en cualquier momento podemos perder el control y las consecuencias pueden ser muy tristes para nosotros y para nuestros seres queridos.
  2. Humillémonos ante el Señor; podemos estar seguros que Él nos ayudará a detectar si tenemos un problema de sumisión.

HG/MD

“Humíllense delante del Señor, y él los exaltará” (Santiago 4:10).