Lectura: Gálatas 3:1-14

Por lo general, la mayoría de nosotros inicia un empleo como principiante, dicho de otra forma, con un sueldo bajo; luego de un tiempo, y si nuestro rendimiento laboral es bueno, empiezan a aparecer las oportunidades de superación o ascenso, que vienen acompañadas por más responsabilidad y normalmente por una mejor paga.  Los empleados de excelencia, por lo general no se desempeñan mucho tiempo como principiantes.

Los creyentes tampoco deben quedarse en el nivel de principiantes por mucho tiempo.  El apóstol Pablo les hizo una fuerte reprimenda a los gálatas, pues todavía después de ya haber estado en la fe por algún tiempo, continuaban actuando como principiantes en sus vidas espirituales.  Su terca dependencia en la ley de Moisés les impedía crecer.  Habían empezado muy bien su camino de fe junto al Espíritu Santo como guía, pero habían regresado a confiar en sus propias obras, minimizando con esto la obra completa realizada en la cruz del Calvario por nuestro amado Señor (Gálatas 3:3).

Los creyentes de la ciudad de Corinto, también tenían un problema similar, se comportaban como bebés espirituales y no como creyentes maduros (1 Corintios 3:1-2); se centraban en sus logros y sus propias necesidades, y no en las de sus hermanos.

Este problema nos continúa afectando, tratamos de impresionar a otros, y hasta a Dios con nuestros propios esfuerzos; no dejamos que Cristo sea quien brille a través de nosotros.  Dios no se impresiona con nuestras buenas obras.

  1. No podemos mantenernos como principiantes en la fe, debemos crecer en gracia, sirviendo al Señor con nuestro corazón, confiando en el Espíritu; de tal manera que con nuestra vida honremos a Dios.
  2. Algunos creyentes que deberían estar en la línea de ataque espiritual, aún permanecen en periodo de entrenamiento.

HG/MD

“¿Tan insensatos son? Habiendo comenzado en el Espíritu, ¿ahora terminarán en la carne?” (Gálatas 3:3).