Lectura: Malaquías 1:6-14

Las palabras fueron firmes y claras: “Yo no tengo agrado en ustedes”, esa fue una reprimenda directa y fuerte que Dios le hizo a Su pueblo por medio del profeta Malaquías (1:10).

Dios no estaba contento con sus métodos de adoración falsos y mezquinos.  Los animales que llevaban al templo no eran aceptables para Dios, Él les había dejado instrucciones muy simples, debían ofrecer lo mejor de su rebaño, pero ellos decidieron desobedecer esa instrucción y ahora le traían animales robados, cojos y enfermos (Malaquías 1:13).

Aunque quizás nosotros no estemos mostrando el grado de menosprecio hacia lo que Dios nos ha ordenado hacer, lo que es muchas veces verdad, es que no nos tomamos muy en serio las advertencias de Dios sobre nuestra forma de vivir y actuar. 

Déjame ponerte un ejemplo, cuando compramos jabón o pan, casi ni pensamos en ello, pero cuando queremos comprar ropa o algo que en verdad nos fascina, prestamos mucha atención en ello, vamos de tienda en tienda buscando y preguntando para obtener lo mejor o lo que más nos satisfaga.

Muchas veces tratamos a Dios con la misma atención con la que compramos medias para nuestros pies, muchas veces cuando oramos, en media oración nuestro pensamiento empieza a volar por otros rumbos, o no somos capaces de separar ni 5 minutos al día para leer Su Palabra, e incluso en ocasiones nos da pereza asistir a reuniones con otros creyentes.  Necesitamos disciplinar nuestra mente para dar lo mejor a Dios, no solamente las sobras de nuestro tiempo y ser.

  1. En el corazón de la adoración, está la adoración de corazón.
  2. Cuando adoramos a Dios con todo nuestro ser, Él se complace con nosotros, y nos sentiremos bien y en paz.

HG/MD

“Destruimos los argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios; llevamos cautivo todo pensamiento a la obediencia de Cristo” (2 Corintios 10:5).