Lectura: Salmos 13:1-6

En unas vacaciones cortas, nos dispusimos a visitar uno de los volcanes activos de nuestro país; además de disfrutar de sus aguas termales esperábamos ver su espectacular cima y alguna que otra actividad de sus fumarolas, pero durante nuestra estadía el volcán permaneció cubierto de nubes, y en lugar de tomar fotos nos limitamos a ver algunas fotografías digitales y algunas postales que mostraban su actividad volcánica.

Esas vacaciones hicieron cuestionarme sobre la forma en la que comparto mi fe con las personas que me rodean, ¿Será que represento ante otros una vista del cristianismo tipo fotografía o postal?  ¿Doy la falsa impresión de que mi vida está soleada, y que mi perspectiva de Dios es siempre clara?

Al leer nuestra lectura devocional vemos que David no hizo eso.  Este Salmo es una poesía llena de pasión, en la que David admite que no le era fácil ver a Dios, no entendía lo que Él estaba haciendo (v.1); sin embargo al final de este Salmo, aseguró que a pesar de ello confiaba en el inmerecido cuidado y misericordia de Dios (v.5-6).  Los creyentes somos como las personas que viven al pie del volcán, quienes han visto su esplendoroso paisaje que aunque las nubes cubran están seguros de su existencia.

El sufrimiento o la confusión pueden aparecer en cualquier momento de nuestras vidas, con lo cual puede oscurecerse nuestra visión de Dios, es por ello que como creyentes no debemos avergonzarnos cuando la tristeza o las dudas aparezcan. Así como David podemos expresar nuestros sentimientos, pero inmediatamente debemos recordar las innumerables veces que hemos disfrutado y testificado del gran poder y bondad de nuestro Señor.

  1. Cuando las nubes de la adversidad cubran tu vida, recuerda que el sol de justicia seguirá brillando (Malaquías 4:2).
  2. Es normal que tengas dudas; sin embargo, no es normal que te estanques en ellas, pues Dios está a tu lado.

HG/MD

“Pero yo confío en tu misericordia; mi corazón se alegra en tu salvación” (Salmos 13:5)