Lectura: Colosenses 1:9-19

A John Henry Jowett, el gran predicador Inglés, le gustaba contar sobre el tiempo que asistió a la coronación de Eduardo VII. La Abadía de Westminster se llenó con la realeza. Jowett dijo: “Mucha reverencia y respeto eran mostrados por la nobleza al entrar en la catedral.”  Cuando el rey llegó, sin embargo, un silencio se apoderó de la audiencia. Todos los ojos estaban sobre él, y los dignatarios de menor estatus ya no recibían miradas o el interés de la gente. Todas las miradas estaban fijas en su atención al rey.

Esta es la manera que debe ser en la vida de un creyente. Jesús es el Rey de reyes, y se merece el lugar de mayor protagonismo. Naturalmente amamos y respetamos a nuestras familias, amigos, socios, y a los que sirven al Señor. ¡Sin embargo el Señor Jesús debe tener el primer lugar! Nuestra devoción debe siempre estar centrada en Él. Con todas las actividades que compiten por nuestro tiempo, incluso el trabajo y el programa de la iglesia, lo cual hace tan fácil el quitar nuestros ojos del Salvador.

Nunca perdamos la vista el Rey Jesús el cual merece nuestra alabanza y adoración. Unamos a las voces celestiales y digamos: » Tú eres digno, oh Señor nuestro Dios, de recibir gloria y honor y poder.» (Apocalipsis 4:11).

  1. ¡Sí, Cristo es el preeminente!
  1. Centrémonos en Cristo, y luego pongamos todo en perspectiva….

NPD/RDH