Lectura: 1 Timoteo 6:1-12

Era una mañana lluviosa, y el paseo que habíamos planeado se había cancelado, así que nos quedamos en casa mirando caer la copiosa lluvia por la ventana.  En ese momento en medio del jardín apareció un pájaro saltando de una rama a otra, y de repente bajó al suelo, se comió un par de gusanos y luego subió a la rama de uno de los árboles de mis vecinos.

Estando allí, a tan sólo unos metros de mí, comenzó su fuerte trino; permanecí sentado durante más de 1 hora, disfruté de la interpretación de este y otros pájaros que cantaban como agradeciendo al Creador por aquella lluvia y el alimento que estaban disfrutando.

El pájaro no se quejó de la lluvia, o del sabor de los gusanos, ni por su color, sino que se satisfizo con lo que encontró.  Estaba contento y saciado con lo que el Padre Celestial le había provisto.

Un ejemplo de lo contario, sucedió cuando un niño cuyo papá era una persona que se quejaba siempre, le dijo a su mamá: “Sabes, yo sé que a mi hermanito le gustan las pizzas, a mi hermana mayor las hamburguesas y a ti mami te gustan las pastas”.  El papá, se molestó porque su hijo no lo mencionó y por ello le preguntó: “¿Y a mí?, ¿qué me gusta a mí?”.  El niño de forma inocente le contestó: “¡A ti te gusta todo lo que no tenemos!”.

El apóstol Pablo, respaldado por su testimonio dijo lo siguiente: “No lo digo porque tenga escasez pues he aprendido a contentarme con lo que tengo” (Filipenses 4:11). Sigamos el ejemplo de Pablo, quejémonos menos y seamos más agradecidos.

  1. Dios ha sido, es y será bueno con nosotros; basta de quejas, más bien sé agradecido y trabaja con empeño.
  2. La gratitud es el mejor terreno para que el gozo prospere.

HG/MD

“Sean sus costumbres sin amor al dinero, contentos con lo que tienen ahora porque él mismo ha dicho: Nunca te abandonaré ni jamás te desampararé” (Hebreos 13:5).