Lectura: 1 Pedro 2:9-17

Si usted estuviera en un restaurante y el camarero le cobrara equivocadamente su cena cobrándole menos, ¿se quedaría callado, o le haría ver su falla?

Si usted se encontrara una billetera con $1.000 dentro de ella, ¿la entregaría a las autoridades para que pudieran tratar de encontrar al dueño, o usted iría al banco para realizar un rápido depósito?

La revista Money les hizo estas preguntas a sus suscriptores, y las respuestas no son muy buenas. Los estadounidenses son cada vez menos honestos. Los números que la encuesta dieron como resultado que el 15 por ciento de los encuestados no le diría al camarero sobre el error. Siete años más tarde se hizo un segundo estudio y el número había aumentado al 24 por ciento las personas que guardarían el secreto y el dinero. En la primera encuesta, el 4 por ciento dijo que quedarían con el dinero en su billetera. Siete años después, el número había aumentado a un 25 por ciento.

Sin duda, parece como si la honestidad fuera cada vez menos popular. Como creyentes, debemos estar comprometidos con la honestidad. Ya sea que estemos llenando un formulario de impuestos, reportando un gasto a nuestro jefe, o simplemente en relación con algo que nos pasó a nosotros, tenemos que decir la verdad. Pedro dijo que nuestra conducta honorable es una manera de glorificar a Dios (1 Ped. 2:12). Si la honestidad está de hecho a la baja, eso nos da una gran oportunidad para dar el ejemplo «por el amor de Dios» (v. 13) ante un mundo que nos observa.

1.  Tener una buena conducta en nuestra vida cotidiana, habla más alto que nuestras voces; es por eso que tener integridad, es una opción tan crucial.

2. La integridad es el carácter de Cristo, en ropa de trabajo.

NPD/DB