Lectura: Génesis 26:14-22

Durante su vida Isaac tuvo que sufrir la compañía de unos vecinos sencillamente intratables, nos referimos a los filisteos.  El Señor lo había bendecido al permitirle vivir con una abundancia plena de bienes materiales, y los filisteos por supuesto lo percibían como una fuerte amenaza para su nación, así que le solicitaron que se fuera de sus tierras (Gén.26:16).  Isaac perfectamente se pudo haber rehusado, pero accedió y se mudó a un valle cercano donde anteriormente su padre había excavado unos pozos.

Los filisteos habían obstruido los pozos después de la muerte de Abraham, y por ello cada vez que Isaac abría uno, le decían que les pertenecía, aunque no lo estuvieran usando, mostrando nuevamente un espíritu egoísta. Isaac prosiguió su caminar hasta que se adentró en un área donde los filisteos no protestaron por su derecho al agua.

En nuestra vida nos encontraremos con personas de este tipo, desde el vecino al que le incomoda que los niños jueguen frente a su casa, hasta quienes hacen todo lo posible por arruinar la paz que tenemos en nuestros hogares, trabajos o estudios.

Cuán difícil es apreciar a ese tipo de personas; no obstante Jesús llegó a decir que debemos amarlas, orar por ellas y hasta ser buenos con ellas (Mateo 5:44).  Seguramente no será fácil, y es probable que su comportamiento no cambie; sin embargo, en Romanos 12:18 el apóstol Pablo nos dice lo siguiente: “Si es posible, en cuanto dependa de ustedes, tengan paz con todos los hombres.”

  1. Tratemos de vivir en paz con quienes nos rodean, aunque ellos quieran pelear con nosotros.
  2. Empieza ahora mismo, ora por tus enemigos.

HG/MD

“Pero yo les digo: Amen a sus enemigos y oren por los que les persiguen” (Mateo 5:44)