Lectura: Filipenses 1:12-26

Dave Bravecky había disfrutado de una carrera exitosa en el béisbol profesional de los Estados Unidos, había sido parte de los equipos de los Padres de San Diego y los Gigantes de San Francisco; en este último equipo junto con otros compañeros, hizo la diferencia con su testimonio como creyentes y se les llegó a conocer como el “God Squad” (el escuadrón de Dios), ya que a diferencia del estilo de vida fiestero de sus compañeros, ellos preferían hacer estudios bíblicos en las habitaciones de los hoteles en los que constantemente estaban debido a las giras de sus equipos.

Sin embargo, en el año 1988 algo empezó a cambiar; el brazo que era el instrumento primordial para su profesión empezó a darle problemas, primeramente tuvo dolores momentáneos, pero luego fueron incrementándose. Los médicos le hicieron exámenes y pronto llegaron al diagnóstico de su dolor, tenía un tumor  desmoine que normalmente es benigno, y habitualmente se forma en los tejidos fibrosos de los brazos, las piernas o el abdomen. Por esta razón fue sometido a una cirugía y meses de rehabilitación.

Con el tiempo Dave volvió a jugar, primeramente en ligas menores y luego de algún tiempo dio nuevamente el paso a las ligas mayores con el equipo de Montreal, habían grandes expectativas por su regreso; no obstante, dos años luego de su primer diagnóstico la enfermedad regresó y con el fin de salvar su vida, tuvieron que amputarle el brazo con el cual lanzaba y parte de su hombro.

Ante esta situación, muchos de nosotros nos hubiéramos desanimado, más Dave no reaccionó de esta forma, no se abandonó a la autocompasión. En una de las declaraciones que dio en esos días dijo lo siguiente: “No me tengo lástima.  La pregunta no es: ¿por qué yo, Señor?  La pregunta es: ¿Cuál es tu plan para mí?” Luego dijo: “Veo esto como una oportunidad de parte de Dios para compartir el evangelio con mucha gente”.

De esta misma forma, Pablo vio las múltiples adversidades que vivió en su ministerio, como una oportunidad para llevar a otros el poder del evangelio por medio de su testimonio. En Filipenses 1:12 lo expresó de la siguiente manera: “Quiero que sepan, hermanos, que las cosas que me han sucedido han redundado más bien para el adelanto del evangelio”.

Dave ha visto esta “tragedia” como una oportunidad para hablar de su fe en Cristo ofreciendo palabras de aliento y esperanza a través de la fe en Jesús, y su testimonio le ha abierto puertas a personas que también han pasado por tragedias como la que el sufrió.

  1. Cuando los problemas aparecen y afectan nuestras vidas o sueños, tienes dos formas de reaccionar: mostrando autocompasión o verlo como una oportunidad para confiar en Dios y demostrar la suficiencia de la gracia de Dios.

 

  1. Confía en Dios, Él tiene todo bajo control.

HG/MD

“La mayoría de los hermanos, tomando ánimo en el Señor por mis prisiones, se atreven mucho más a hablar la palabra sin temor” (Filipenses 1:14)