Lectura: Lucas 5:1-11

Imaginemos la siguiente situación. Tienes un asesor que te dice cómo se comportarán los mercados financieros y las bolsas de valores con una gran exactitud, y gracias a ello rápidamente tus finanzas empiezan a crecer exponencialmente.

Ahora piensa que tu forma de subsistencia es la pesca, y que tienes un amigo quien puede llevarte siempre al lugar y momento donde la pesca es buena; razón por la cual sin duda todos los días pescarías algo que te daría ganancias.

Al meditar en la lectura que hicimos, podemos preguntarnos si el gran atractivo de la prosperidad, pasó por la mente de aquellos cuatro pescadores veteranos que escucharon el consejo del Señor.  Luego de trabajar toda la noche con el fracaso a sus espaldas, vuelven y este predicador les invita a salir de nuevo, ellos obedecen tirando sus redes donde Jesús les indica y lo que obtienen como consecuencia, es una pesca que por poco hunde las dos barcas (Lucas 5:6-7).

Hoy muchos tienden a sentirse atraídos por Jesús, debido a personas malas e inescrupulosas que les dicen que Dios quiere hacerlas “mágicamente” sanas y ricas. No hay que dejarse engañar; si bien es cierto no es malo orar por las necesidades materiales y físicas, Jesús se preocupaba y amaba a los enfermos y pobres (Mateo 7:7-11).  La mayor preocupación de Dios, no es “llenar nuestras redes de peces”.  Lo que Dios quiere es salvarnos de nuestra enfermedad mortal llamada pecado y llenar es nuestros corazones con Su amor, para que podamos llegar a ser pescadores de hombres.

Hoy como aquel día, Dios quiere seguir salvando al ser humano, tal como lo hizo con Pedro, uno de esos cuatro pescadores.  Tan sólo debemos reconocer nuestra necesidad espiritual, más que material: “Y Simón Pedro, al verlo, cayó de rodillas ante Jesús exclamando: ¡Apártate de mí, Señor, porque soy hombre pecador!”

  1. Las personas más satisfechas y felices en esta tierra no son las más ricas y famosas, son las que han experimentado el amor de Cristo y quieren compartirlo con otros.

 

  1. La verdadera prosperidad es que nuestra vida desborde el amor con el que Jesús ha llenado nuestros corazones.

HG/MD

“Sin embargo, grande ganancia es la piedad con contentamiento.  Porque nada trajimos a este mundo, y es evidente que nada podremos sacar.  Así que, teniendo el sustento y con qué cubrirnos estaremos contentos con esto.”  (1 Timoteo 6:6-8)