Lectura: Mateo 6:1-18

Un hombre acababa de celebrar su cumpleaños 60 y esto lo hizo mirar su vida en retrospectiva. Gracias a su formación como agrónomo había pasado muchos años ayudando a agricultores en su propio país y en países en vía de desarrollo.  Debido a esas asesorías, había logrado que los agricultores aprendieran nuevas formas de sembrar, cosechar y cuidar sus cultivos, por lo cual miles de personas habían salido de la pobreza y llevaban alimentos a millones, de una forma más sana y efectiva; esto le había dado muchas satisfacciones a lo largo de su carrera.

Sin embargo, ahora anhelaba un alcance que fuera más allá de nuestro mundo y tiempo.  Aunque sabía que gracias a la ciencia se habían logrado maravillas para mejorar la calidad de vida de miles de millones de personas, la ciencia nunca podría proporcionar nada para satisfacer el hambre y la sed espiritual.

Jesús dijo que para que pudiéramos encontrar el verdadero propósito de nuestra vida, debemos conocer a Dios y vivir de acuerdo con sus ordenanzas para este tiempo.  Si bien es cierto, algunas de las buenas obras que hacemos logran que el mundo reconozca nuestro trabajo, no tienen ningún valor eterno mientras que el Señor y Salvador no haya venido a nuestras vidas.  A partir de ese momento, el simple hecho de dar un vaso de agua fría a un sediento, tendrá un valor diferente si lo hacemos en Su nombre (Mar.9:41), pues no lo hacemos para recibir reconocimiento propio, sino como resultado de haber sido salvados, para la gloria de Dios: “Porque por gracia son salvos por medio de la fe; y esto no de ustedes pues es don de Dios. No es por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para hacer las buenas obras que Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas” (Ef.2:8-10).

  1. Si en realidad quieres que tu vida tenga un propósito eterno, primero tendrás que confiar en Jesús como Señor y Salvador, luego de ello entenderás que toda buena acción que hagas, es el resultado de ese momento de encuentro con Él, y por siempre querrás darle a Dios el reconocimiento por lo que eres y haces.

 

  1. La vida pronto pasará, pero todo lo que hagas para Dios durará eternamente.

HG/MD

“Y todo lo que hagan, háganlo de buen ánimo como para el Señor y no para los hombres” (Colosenses 3:23).