Lectura: Apocalipsis 20:11-15

Una tarde en el siglo 19 en Londres, dos soldados querían hacer turismo y fueron a visitar la magnífica Catedral de Westminster, pero se encontraron con las puertas cerradas con llave. Arthur Stanley, quien se había convertido en el decano de la Catedral en 1863, estaba caminando a las afueras de la Catedral en ese mismo momento y noto a este par de hombres. Cuando se enteró de que no podían volver al día siguiente, abrió la puerta y les dio un tour personal.

Mientras caminaban por esa imponente catedral, Stanley habló del honor de ser inmortalizado al tener su nombre inscrito en el interior de este monumento. Sin embargo luego añadió: «Si bien es cierto es posible que una persona tenga un monumento más duradero al estar su nombre sobre las piedras de esta Catedral, con el tiempo este edificio se deteriorará y se volverá polvo y el olvido hará su trabajo, pero si sus nombres están escritos en el Libro de la Vida del Cordero, este perdurará para siempre.”  Antes de partir, él los exhortó a recibir a Cristo como su Salvador, a lo que los soldados accedieron.  Y cerró con estas palabras: “Si no nos encontramos en la tierra de nuevo”, dijo, “sin duda nos encontraremos en el cielo”. Ese día aseguraron que su nombre se inscribiera en el libro de la vida, ese fue el día de su salvación.

1. ¿Estás seguro de que tu nombre aparece en el Libro de la Vida del Cordero? Cuando  aceptas a Jesús como tu Salvador,  tu nombre será inmortalizado en esas páginas celestiales. Y de acuerdo a Apocalipsis 20:15,  de seguro quieres que tu nombre aparezca en ese libro.
2. Si tu nombre está escrito en el cielo, ahora confía en Cristo en la tierra.

NPD/VCG