Lectura: Gálatas 1:3-10

En algunas ciudades de los Estados Unidos, se usan peses de agallas azules para verificar la presencia de toxinas en el suministro de agua, ya que este tipo de instalaciones podría ser objeto de un ataque terrorista.

Colocan una pequeña cantidad en algunos estanques de aguas potabilizadoras, esto debido a que este tipo de peces es muy sensible a los desequilibrios químicos del ambiente; cuando los peces detectan un cambio en el agua, ellos empiezan a actuar de manera errática y esto evidencia que hay problemas en el agua donde se encuentran.

Tal como sucede con estos peces, Pablo quería que los gálatas se cuidaran de cualquier alteración tóxica en el “evangelio”, y que, si detectaban que esto estaba sucediendo, reaccionaran rápidamente.  La toxina que se quería infiltrar en la iglesia de los gálatas, era la de los judaizantes que querían agregarle al evangelio las obras de la ley, la circuncisión, entre otros.  En resumidas cuentas, querían que los gálatas, además de depositar la fe en Jesús, obedecieran la ley para obtener su salvación.

Esta falsa doctrina era una clara alteración tóxica de la verdad, y es por esto que Pablo indicó debían reaccionar contra esa falsedad.  Incluso les dijo que cualquiera que predicara un evangelio que no se basara en la gracia por medio de la fe en Cristo, sería anatema (maldito) (Gálatas 1:8-9).

  1. Debemos estar atentos a las ideas tóxicas y falsas que quieren invadir nuestras vidas: la forma en la cual podemos estar preparados para defendernos de ellas, es estudiar la Biblia, sólo en ella encontraremos la verdad que purificará nuestras vidas.
  2. Si conoces la verdad, entonces podrás reconocer fácilmente la mentira.

HG/MD

“Como ya lo hemos dicho, ahora mismo vuelvo a decir: Si alguien les está anunciando un evangelio contrario al que recibieron, sea anatema” (Gálatas 1:9).