Lectura: Salmos 103:1-14

En una charla, el conferencista tomó un pedazo de papel grande e hizo un punto en el centro con un marcador negro.  Luego lo sostuvo frente al grupo y preguntó: ¿que ven?  Rápidamente muchos de ellos respondieron casi al mismo tiempo: “Una mancha negra”.

“Muy bien”, contestó el conferencista, “¿pero qué más ven?” De inmediato se hizo un silencio en todo el auditorio, “¿No ven nada más que una mancha negra?“ Muchos de ellos no querían quedarse callados y de inmediato dijeron: “No”, el orador volvió a insistir, “Entonces, ¿qué ven?”  Sin embargo, nadie quiso responder. “Me sorprende”, dijo el orador. “Han pasado por alto lo más importante de todo: la hoja de papel”.

Esto es algo muy común en los seres humanos, la mayoría de las veces nos distraemos con las pequeñas desilusiones, olvidando completamente los innumerables favores y regalos que hemos recibido del Señor.  Al igual que en el ejemplo, las maravillas y alegrías de la vida son opacadas por las minúsculas adversidades que llaman tanto la atención.

En lugar de enfocarnos en las pruebas de la vida, debemos fijar nuestra atención en las bendiciones de parte de nuestro Dios; sólo así podremos decir como el salmista: “¡Bendito sea el Señor! Día tras día lleva nuestras cargas el Dios de nuestra salvación” (Salmos 68:19)

  1. Si decidimos enfocarnos en la alabanza a nuestro Dios, las “manchas” de la vida no nos distraerán.
  2. Enumera tus bendiciones en lugar de tus problemas.

HG/MD

“Bendice, oh alma mía, al Señor y no olvides ninguno de sus beneficios” (Salmos 103:2).