Lectura: Josué 7:1-13

Al jardín le pasaba algo extraño, no sabía que era, pero sabía que alguna cosa lo estaba dañando. Luego de investigar un poco descubrí cuál era el problema: larvas de escarabajos. Esas pequeñas y voraces larvas se desplazaban de un lado a otro debajo de la superficie de mi anteriormente bien cuidado césped, en busca de alimento, causando con ello estragos a las plantas.

Los israelitas también tuvieron problemas por una causa escondida (Josué 7). Experimentaban dificultades y no podían descubrir la razón. Había algo que no podían visualizar y que les generaba graves perjuicios.

El problema se hizo evidente cuando Josué envió 3.000 soldados para atacar la ciudad de Hai. Aunque un ejército de ese tamaño habría alcanzado para derrotar a la pequeña fuerza armada de esa ciudad, sucedió lo contrario.

El ejército de la ciudad de Hai aplastó a los israelitas, mató a 36 soldados y los persiguió hasta su lugar de partida. Josué no tenía ni idea de qué había causado ese problema. Entonces, Dios le explicó cuál era el asunto encubierto: Uno de sus hombres, Acán, había quebrantado un claro mandato y robado del “anatema” de Jericó (Josué 7:11). Israel pudo obtener la victoria sólo después de que se descubrió y se solucionó el problema.

  1. Los pecados encubiertos producen un gran daño, debes traerlos a la superficie y ocuparte de resolverlos.
  2. Pide a Dios que te muestre si estás equivocando el camino y que dé la fuerza para salir adelante a su lado.

HG/MD

“Porque la paga del pecado es muerte; pero el don de Dios es vida eterna en Cristo Jesús, Señor nuestro” (Romanos 6:23).