Lectura: Juan 1:35-42

Una vez escuché la historia de una joven quien recién había terminado su carrera universitaria.  Luego de enviar muchas hojas de vida con sus habilidades, experiencias que no eran muchas y estudios realizados, por fin consiguió que le dieran una oportunidad laboral.

La noche y madrugada anteriores a iniciar en su trabajo no pudo dormir, era tanta la expectación y emoción que la embargaban que hasta se fue sin probar un bocado de su desayuno, llegó al lugar de trabajo, preparó muy bien todo al alrededor del espacio físico donde ejercería su profesión, y de repente oyó lo que había soñado toda su vida: “Hola, Maestra ¿cómo está?”, le dijeron dos pequeños que apenas iniciaban sus vidas escolares llenos de energía. 

Que esos dos pequeños la llamaran con ese nuevo nombre, la llenó de alegría y satisfacción, era su sueño haciéndose realidad.

Talvez esa fue la sensación que sintió Simón cuando nuestro señor Jesús le cambió el nombre.  Y es que este hombre no pareciera haber sido una persona muy entregada a las cosas espirituales, pero su hermano Andrés sí estaba convencido de que Jesús era el Mesías esperado, así que buscó inmediatamente a su hermano Simón y se lo presentó (Juan 1:41-42).

El Señor examinó su corazón y confirmó el carácter volátil de este hombre pues podía variar entre el ímpetu y la derrota; pero vio más allá de eso, vio el potencial que tenía para convertirse en uno de los líderes de la iglesia. Entonces, lo llamó Cefas (en arameo), Pétros (en griego): piedra (guijarro), como las piedras pequeñas que se encuentran a lo largo de un camino. (Juan 1:42; Mateo 16:18).

De una forma similar sucede con nosotros.  Dios puede ver en nuestro interior orgullo, enojo, temor, falta de amor, miedos, entre otros, pero también sabe quiénes somos en Cristo. Nos llama justificados y reconciliados (Romanos 5:9-10); perdonados, santos y amados (Colosenses 2:13; 3:12); escogidos y fieles (Apocalipsis 17:14).

  1. Recuerda cómo te ve Dios y procura dejar que eso defina quién eres.
  2. ¿Quién eres en Cristo? Eso te da un nuevo nombre: “hijo o hija de Dios”, gracias al sacrificio perfecto y perdón ofrecidos por Jesús.

HG/MD

“Él lo llevó a Jesús y, al verlo, Jesús le dijo: Tú eres Simón hijo de Jonás. Tú serás llamado Cefas (que significa piedra)” (Juan 1:42).