Lectura: Mateo 1:18-25

En medio de todas las actividades y celebraciones de estos días, a menudo nos olvidamos de un hombre.

No me estoy refiriendo a Jesús, aunque también desgraciadamente ha pasado a un segundo plano debido al mercantilismo y descontrol de nuestras sociedades actuales.

Estoy hablando de José, un hombre a quien Dios encargó el cuidado terrenal de María y de su Hijo, dándole un hogar en el cual fue amado y guiado en sus primeros pasos, ¡qué gran responsabilidad!

Ciertamente, José es la persona más pasada por alto en la Natividad.  Sin embargo, al leer con cuidado sus apariciones en los Evangelios, vemos que tuvo un rol muy importante en el Plan de Dios.  Él era un hombre recto, misericordioso, protector y sobre todo valiente.

Pero quizás la mejor parte de su carácter es la obediencia, cuando el ángel se le apareció para que aceptara a María como esposa, aun sabiendo que ella estaba embarazada, él obedeció (Mateo 1:24).  Y posteriormente, cuando recibió la orden de huir a Egipto con María y Jesús, nuevamente él obedeció (Mateo 2:13-14).

Así como María fue elegida para traer a nuestro mundo al Hijo de Dios, José fue deliberadamente escogido para cuidar de su joven esposa y del niño Jesús. 

Así que, en cuanto a la obediencia, es mucho lo que podemos aprender de José, el hombre olvidado de la Natividad.

  1. ¿Qué nos está pidiendo Dios?  ¿Estamos dispuestos a comprometernos a hacer lo que Dios quiere?
  2. La mejor prueba de nuestro amor por Dios es la obediencia a sus mandatos.

HG/MD

“Confía en el Señor con todo tu corazón y no te apoyes en tu propia inteligencia” (Proverbios 3:5).