Lectura: Efesios 4:17-32

Vivimos en un mundo contaminado y aunque todos sufren por ello, también todo el mundo contribuye para que así sea.

La contaminación adopta muchas formas, sin embargo, hay una clase que muchas veces pasamos por alto y que desgraciadamente la gran mayoría tiene como costumbre, hablamos de la “contaminación verbal”, la cual transmitimos cuando nos quejamos, criticamos y descalificamos a otras personas.  La contaminación verbal inyecta a este mundo su veneno lleno de negatividad y pesimismo, y hace que solo veamos el lado negativo de las cosas.

Una vez, un grupo de jóvenes decidió hacer un desafío, el cual consistía en evitar palabras relacionadas con la crítica o la negatividad, durante un fin de semana de campamento. Se sorprendieron al descubrir lo poco que hablaron durante el primer día, pero a medida que el desafío avanzaba, comprendieron que debían aprender a conversar dejando de lado la negatividad y la crítica.

El apóstol Pablo en su carta a los Efesios, les pidió a los creyentes que tomaran una decisión con respecto a su vida, los desafió a “despojarse” del viejo hombre y de sus conductas carnales que entristecen al Espíritu Santo (Efesios 4:22,30) y a “vestirse” con el nuevo hombre que edifica a otros con sus acciones (Efesios 4:24). Solamente con la ayuda del Espíritu Santo, lograremos realizar esos cambios de costumbres que solamente nos hacen mal y causan tristeza en otros.

  1. Si queremos deshacernos de la “contaminación verbal”, la primera decisión que debemos tomar, es cambiar con la ayuda de Dios.
  2. Termina con la contaminación y limpia tu forma de hablar.

HG/MD

“Ninguna palabra obscena salga de su boca sino la que sea buena para edificación, según sea necesaria, para que imparta gracia a los que oyen” (Efesios 4:29).