Lectura: Apocalipsis 21:1-8

Un maestro de la Biblia sentía que sus estudiantes no entendían completamente el significado de cielo, pues muchos de ellos habían expresado cierto tipo de disconformidad ya que creían que era un lugar aburrido en el que seguramente nada interesante pasaba.  Así que para animarles y aclararles sus percepciones decidió hacerles una serie de preguntas.

¿Cuántos de ustedes desearían despertar cada día junto a una persona que cada día los ame más? ¿A muchos de ustedes les gusta la música?, ahora imagínense un lugar donde cada melodía sea tan perfecta como la anterior, o donde puedan levantarse y ser testigos de las luces de un nuevo día, oyendo el dulce y arrullador susurro del mar, ¿Se imaginan un lugar donde puedan mirar en lo más profundo de su ser y les guste todo lo que ven?  ¿Despertarse y oír la dulce y poderosa voz de nuestro Señor que nos llama a su presencia? ¿Despertar y no sentir ningún tipo de odio, por el contrario desear estar con nuestros hermanos y hermanas eternamente?

Por un momento todo el salón quedó en silencio y luego él los impulsó a que ellos dijeran cosas que esperaban experimentar en el cielo, de repente aquel lugar que parecía distante y aburrido, se volvió un lugar esperado y anhelado.

En el evangelio de Juan capítulo 14 y verso 2, nos encontramos con la siguiente frase que es tan inspiradora como cuando en ese momento la dijo nuestro Señor: “Voy, pues, a preparar lugar para ustedes”. Un lugar indescriptible al lado de Jesús.

  1. Cuando llegamos a entender el gran amor con el que Dios nos amó, lo siguiente más maravilloso que deseamos tener en nuestra vida es estar algún día en ese hogar glorioso, disfrutando cada momento de la increíble presencia de nuestro Señor.
  2. Ninguno de los placeres de la tierra, podrán compararse con el gozo que nos espera a quienes hemos decidido seguir a Jesús como Señor y Salvador de nuestras vidas.

HG/MD

“Cosas que ojo no vio ni oído oyó, que ni han surgido en el corazón del hombre, son las que Dios ha preparado para los que lo aman.” (1 Corintios 2:9).