Lectura: Gálatas 6:1-10

Mientras conducía por el campo, pude ver unas máquinas enormes estacionadas a un lado del camino.  En la entrada de la propiedad había un letrero que decía: “Cuidado, cosecha en proceso”.  Al mirar con más detalle el campo, pude observar que efectivamente un granjero estaba listo para cosechar el fruto de lo que hacía algunos meses habían sido tan sólo semillas.

Y a pesar de que la siguiente frase puede ser muy obvia: “Si uno siembra lechugas, esperará en algún tiempo cosechar lechugas”, esta es una ley de este mundo en el que vivimos.  Sin embargo, cuando trasferimos ese principio a lo espiritual, creemos que por alguna circunstancia esto no se cumplirá.

El apóstol Pablo lo escribe de una forma contundente: “No se engañen; Dios no puede ser burlado. Todo lo que el hombre siembre, eso mismo cosechará” (Gálatas 6:7).

Si vivimos tan sólo para satisfacer nuestros deseos, eso producirá egocentrismo, y en ocasiones desearemos lo que no nos pertenece, e incluso podemos caer en adicciones o cosas aún peores (Gálatas 5:19-21).

Por el contrario, andar en el Espíritu generará amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y dominio propio (Gálatas 5:22-23). Por la gracia de Dios, podemos escoger sembrar para el Espíritu y cosechar vida eterna (Gálatas 6:8).

  1. Si hoy fuera el día de la cosecha en tu vida, ¿qué clase de fruto cosecharías?
  2. Tus decisiones determinarán que cosecharás en tu vida.  ¡Vamos, siembra las semillas del evangelio del Señor!

HG/MD

“No se engañen; Dios no puede ser burlado. Todo lo que el hombre siembre, eso mismo cosechará” (Gálatas 6:7).