Lectura: Mateo 20:29-34

Es la final del campeonato y tu equipo está en ella, este es el fin de semana perfecto, pues también estás libre después de muchos fines de semana en los cuales has trabajado para sacar pendientes de tu trabajo y estudio; además acaban de abrir una franquicia de tu restaurante favorito y están de promoción, definitivamente quieres pasar un par de días sin responsabilidades.

Sin embargo, un amigo de tu iglesia te llama el viernes en la noche y te comenta que un muchacho del grupo de jóvenes necesita con urgencia una ayuda con sus estudios, este joven tiene muchos problemas en su casa y asiste a una secundaria complicada, razón por la cual requiere tiempo de calidad con una persona que lo pueda ayudar, y por supuesto una figura de hermano mayor.  Lo anterior implica que posiblemente necesites pasar con este joven buena parte de tu sábado y domingo ayudándole.  ¿Qué harías? ¿Valdría la pena que emplees tu preciado tiempo libre de fin de semana?

Si todavía tienes dudas, quiero contarte que en numerosas ocasiones Jesús interrumpió su agenda para ministrar y ayudar a muchas personas que se cruzaron en su camino.  En nuestra lectura devocional en Mateo 20:29-34, leímos como se detuvo Jesús y curó a dos ciegos que pidieron su ayuda, el Señor ignoró a la multitud que trataba de acallar las voces de aquellos dos ciegos.  En otra ocasión, Jesús reprendió a dos de sus discípulos por querer impedir que unos niños se acercasen a Él (Lucas 18:15-17).

  1. Quizás, servir a otros que no nos pueden devolver nada puede parecernos una pérdida de tiempo.  Pero cuando miramos el ejemplo de Jesús, aprendemos sobre el amor y el servicio que nunca son una pérdida de tiempo.
  2. Sirve a Dios sirviendo a otros.

HG/MD

“Cada uno ponga al servicio de los demás el don que ha recibido, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios” (1 Pedro 4:10).