Lectura: Jeremías 17:5-11

Existen muchas historias verdaderas de engaños que parecen demasiado extrañas para ser verdad.

Por ejemplo, un diario local, publicó en redes la historia de una mujer que fue arrestada al tratar de pagar una compra de 50 dólares con un billete falso de 100 dólares. Cuando la policía la interrogó, sobre donde había conseguido ese billete, ella dijo: “Hoy en la mañana le pregunté a mi esposo si podía darme dinero para realizar algunas compras y él un poco enojado me dijo que tomara de su billetera un par de billetes, no encontré la billetera, entonces él me dijo que buscara en el sótano, porque seguramente la había dejado ahí”.

Después de tomar un vaso con agua, la mujer siguió su relato: “Luego bajé al sótano y no encontré la billetera, lo que si vi fue unos cuántos billetes de 100 dólares que estaban apuñados a un lado de una máquina extraña que parecía como una imprenta.”  Por supuesto la policía arrestó al hombre por falsificación.

Aunque pueda causarnos un poco de risa esta situación, lo cierto es que algunas personas si pueden caer en la trampa del engaño por no revisar bien un billete y creer por lo tanto que es verdadero.  Estos engaños no se quedan tan sólo en los billetes, los engaños pueden estar disfrazados de muchas formas: falsas promesas, ganancias sin esfuerzos, amores de papel, falsas enseñanzas, entre muchas otras, y es por ello que el profeta Jeremías dijo lo siguiente: “Engañoso es el corazón, más que todas las cosas, y sin remedio. ¿Quién lo conocerá?” (Jeremías 17:9).

Jeremías trataba de decirnos que el engaño no es exclusivo de los estafadores, sino que es un mal comportamiento que está escondido en lo más profundo de nuestro ser, y trata de salir en ocasiones con tal de conseguir algo que por medios normales no conseguiríamos.

Es por esta razón que necesitamos al Señor para que escudriñe en lo más profundo de nuestros pensamientos y deseos (Jeremías 17:10), y al hacer esto, pedirle que nos muestre lo que está mal en nuestro andar para que podamos ser transformados y modifiquemos nuestro accionar (Romanos 12:1-2).

  1. Señor ayúdanos a detectar cualquier engaño que quiera hacer que caigamos en la trampa del enemigo.
  2. La mejor manera para estar preparados ante el engaño es orar, estudiar su Palabra y crecer al lado de personas que también quieran parecerse más a su creador.

HG/MD

“Engañoso es el corazón, más que todas las cosas, y sin remedio. ¿Quién lo conocerá?” (Jeremías 17:9).