Lectura: Hechos 16:23-34

En un pequeño pueblito de California, que tiene como una de sus características la tendencia a experimentar “terremotos”, se las han ingeniado para atraer a turistas que disfrutan de las aventuras extremas.

Por ejemplo, en el rótulo de un hotel de la localidad dice claramente: “Duerma aquí cuando ocurra”. Y no se queda ahí, uno de los restaurantes del pueblo ofrece dentro de su menú algunas de las siguientes delicias: Bistec de gran tamaño llamado “El grande” y un postre denominado “Réplicas”. Ya dejando las bromas de lado, un terremoto de verdad puede ser una experiencia aterradora. Yo lo sé porque vivo en un país donde los terremotos son muy frecuentes.

En nuestra lectura devocional leímos cómo Dios usó literalmente un terremoto para “abrir” el corazón de algunas personas al evangelio.  Lucas, nos relata la forma en la que Pablo y Silas fueron acusados falsamente, y que como consecuencia fueron encarcelados en la cárcel de Filipos.

Pero, sin que nadie lo esperara, un terremoto hizo su aparición a medianoche y fue tan fuerte que abrió las puertas de todos los calabozos y liberó las cadenas que apresaban a Pablo y Silas.  El carcelero que dormía, tuvo tanto miedo al pensar que sus presos se podían escapar que intentó quitarse la vida.  Pero, en ese instante Pablo lo calmó cuando le dijo: “¡No te hagas ningún mal, pues todos estamos aquí!” (Hechos 16:28).  Fue tanta la impresión que esta acción causó en el carcelero, que les dijo: “Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo?” (v.30).  Inmediatamente le respondieron: “Cree en el Señor Jesús y serás salvo, tú y tu casa” (v.31).  Lo que parecía ser una tragedia causada por un terremoto, terminó con una fiesta en el cielo a causa de la conversión de esta familia (Lucas 15:7).

  1. En ocasiones necesitamos de un terremoto en nuestra vida para hacernos despertar, sin embargo, no tiene que suceder una tragedia para admitir que día a día necesitamos la gracia y la misericordia divina.
  2. Debemos estar atentos a prestar ayuda a las personas que están pasando por terremotos emocionales, o que piensan que están solos.  Al igual que Pablo podemos decirles: ¡No te hagas ningún mal, pues todos estamos aquí!

HG/MD

“Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesús y serás salvo, tú y tu casa.” (Hechos 16:31).