Lectura: Mateo 1:18-25

Me gusta hacer planes, pero cuando empiezan a suceder cosas que me desvían de ellos, comúnmente me frustro hasta llegar en ocasiones al enojo.

Sin embargo, en mi andar con Dios he aprendido algo muy importante que se ve reflejado en el siguiente versículo: “Porque mis pensamientos no son sus pensamientos ni sus caminos son mis caminos…” (Isaías 55:8).  Por supuesto, Él sabe que muchas veces, más de las que quisiéramos admitir, necesitamos un cambio de rumbo para lograr mejores resultados que los que obtendríamos si siguiéramos nuestros planes originales.

Tomemos el ejemplo de José.  Dios desvió su camino hacia Egipto a fin de prepararlo para que impidiera que su pueblo escogido muriera de hambre. Otro ejemplo es Moisés, quien se apartó de la vida lujosa de la casa del Faraón, con el fin de encontrarse con el Señor en el desierto y prepararse para guiar a los israelitas a la tierra prometida. Asimismo, vemos el ejemplo de José y María, a quienes el ángel les anunció el cambio más significativo de todos. María tendría un hijo que se llamaría “Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados” (Mateo 1:21).  José creyó en ese propósito supremo que Dios tenía para él, se sometió al desvío y obedientemente “llamó su nombre Jesús” (v. 25). ¡El resto es la historia más extraordinaria de todas!

  1. Podemos confiar en los planes más grandiosos de Dios, mientras va consumando su obra mucho más maravillosa en la historia de nuestra vida.
  2. Puedes estar completamente seguro y tranquilo de que sus planes son mejores que los tuyos, sé humilde y acéptalos.

HG/MD

“Porque yo sé los planes que tengo acerca de ustedes, dice el Señor, planes de bienestar y no de mal, para darles porvenir y esperanza” (Jeremías 29:11).