Lectura: Éxodo 32:21-35

Hace algunos días vi una noticia en la cual reportaban un accidente ocurrido en una de las principales carreteras del país; en este suceso estuvieron envueltos varios autos y un camión que transportaba vacas. Debido al impacto, el corral que contenía a estos animales se abrió y los animales se dispersaron por la autopista.

Este suceso tiene cierta similitud con el relato del Éxodo 32 donde se nos describe cómo Israel se había alejado de Dios, descarriándose del camino correcto.

Teniendo este contexto presente, si nos movemos unos cientos de años hacia el reino dividido de la antigua Israel, el rey Jeroboam erigió dos becerros de oro para que el pueblo adorara (1 Reyes 12:25-32); no obstante, la idea de adorar trozos de oro no había sido originalmente suya. Aun después de escapar de una esclavitud brutal y ver el poder y la gloria del Señor, los israelitas de inmediato permitieron que sus corazones se alejaran de Él (Éxodo 32).

Mientras Moisés estaba en el monte Sinaí recibiendo la ley del Señor, su hermano Aarón ayudó al pueblo a descarriarse cuando construyeron un ídolo con la forma de un becerro de oro. El escritor de Hebreos nos recuerda que la ira de Dios se encendió ante esta idolatría, y también lo hace sobre los que “se desvían en su corazón” (Hebreos 3:10).

Nuestro Señor conoce que nuestro corazón humano tiene la tendencia a descarriarse, y en su Palabra nos deja claro que Él es el Señor y que no debemos tener ni adorar a “otros dioses” (Éxodo 20:2-6).

  1. No lo olvides, ¡Él es el único Dios verdadero!
  2. Si te has descarriado del camino correcto, hoy puede ser el día en que puedes volver a la casa de tu Padre, Él te está esperando con sus brazos abiertos.

HG/MD

“Porque el Señor es Dios grande, Rey grande sobre todos los dioses” (Salmo 95:3).