Lectura: 1 Corintios 13:8-12

En su libro El Peso de la Gloria, C.S. Lewis (1898-1963) nos cuenta la historia de una mujer quien dio a luz un hijo mientras estaba prisionera en un calabozo. 

Sin importarles aquella situación, sus captores decidieron mantener a la madre con su hijo encarcelados, y como el pequeño creció en las cuatro paredes de aquella tétrica prisión, no tuvo la oportunidad de ver el mundo exterior; su madre trató de describírselo a través de dibujos que hacía rústicamente con un sencillo lápiz.  Con el tiempo, ambos fueron liberados y los torpes esbozos realizados con aquel lápiz, se convirtieron en imágenes reales de nuestro hermoso planeta.

De esta misma manera, los simples esbozos que la Biblia nos da con respecto al cielo, serán sustituidos un día por la experiencia personal y extraordinaria para aquellos quienes hemos puesto nuestra fe en Jesús como Señor y Salvador.

Pablo describe esta situación de una manera muy clara cuando le dice a los Corintios: “Ahora vemos oscuramente por medio de un espejo, pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte, pero entonces conoceré plenamente, así como fui conocido” (1 Corintios 13:12).

De esta misma forma, la confianza del apóstol en la gloria futura, lo fortalecía en medio de las pruebas: “Porque considero que los padecimientos del tiempo presente no son dignos de comparar con la gloria que pronto nos ha de ser revelada” (Romanos 8:18).

Nuestra idea actual de las glorias celestiales es apenas un bosquejo, pero podemos confiar plenamente en la promesa de Jesús de que ha ido a preparar lugar para nosotros (Juan 14:1-3).

  1. Si aún no has puesto tu fe en Jesús como tu Señor y Salvador, ¿por qué no inicias hoy?
  2. ¡Lo mejor todavía está por llegar!

HG/MD

“Ahora vemos oscuramente por medio de un espejo, pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte, pero entonces conoceré plenamente, así como fui conocido” (1 Corintios 13:12).