Lectura: Daniel 6:10-23

Casi siempre nos acordamos de Dios solamente cuando enfrentamos alguna crisis.  Por supuesto orar al Señor cuando se está pasando una emergencia es una mejor opción que no orar.  Pero ya sea que las cosas nos estén saliendo bien o mal, no debería haber diferencia, la oración debe formar parte natural de nuestras vidas.

En nuestra lectura devocional para este día se nos ilustra este principio y tal como leíamos ayer, la única forma que vieron los enemigos de Daniel para deshacerse de él, fue haciendo que por medio de engaños el rey firmara una ley que según las costumbres medo persas tenía que cumplirse a cabalidad; tal decreto establecía que en los siguientes 30 días todo aquel hiciera una petición a cualquier dios u hombre que no fuera el rey Darío, debía ser echado a un foso con leones feroces.

Y sin importar lo que indicaba el decreto, Daniel “se hincaba de rodillas tres veces al día. Y oraba y daba gracias a su Dios, como lo solía hacer antes” (Daniel 6:10).  Las últimas 5 palabras de este versículo nos muestran el grado de compromiso que él tenía en su relación con Dios.

Dios oye todas las oraciones, y no rechaza las peticiones en momentos de crisis, pero se alegra cuando elevamos oraciones de agradecimiento en momentos en los que todo va bien (Proverbios 15:8; Salmos 4:3).

  1. Haz de la oración parte fundamental de tu vida, ¿has hablado hoy con Dios?
  2. La oración debe ser tan normal y necesaria, como el agua que tomas todos los días.

HG/MD

“Cuando Daniel supo que el documento estaba firmado entró en su casa y, con las ventanas de su cámara abiertas hacia Jerusalén, se hincaba de rodillas tres veces al día. Y oraba y daba gracias a su Dios, como lo solía hacer antes” (Daniel 6:10).