Lectura: Mateo 23:1-12

Hay una moda cada vez más frecuente de comprar libros antiguos, no por su contenido, sino por su apariencia.  Algunos diseñadores de interiores los compran por kilos, pero cortan sus lomos y los ponen estratégicamente en algunos lugares para generar un ambiente intelectual o retro; otras veces los destrozan, usan sus antiguas hojas, las encolan y las pegan sobre las superficies de muebles. Su importancia fundamental radica en que encajen en el decorado de la habitación.

Hace un tiempo un empresario compró 13 mil libros viejos que nunca nadie leerá, tan sólo serán una bonita exhibición.  Aparentar y exhibir ante los demás cierto tipo de vida que no tienes, puede funcionar para decorar tu casa, pero también es una forma muy peligrosa de vivir.

Jesús reprendió fuertemente a los líderes religiosos de su época, ya que no practicaban lo que predicaban.  Les encantaba recibir alabanzas y reconocimientos de las personas, en lugar de ser ejemplo de una vida entregada a Dios; eran ególatras, por eso Jesús les dijo lo siguiente: “…hacen todas sus obras para ser vistos por los hombres” (Mateo 23:5).

El Señor te llama a ser una persona humilde y sincera, dejando las apariencias a un lado.  Has de mostrar con tus acciones la realidad del servicio y Su presencia en tu vida (Mateo 23:11).

  1. Al vivir para Jesús, tu vida debe ser como un libro abierto y no como tapas cerradas, estás aquí para ser leído y no para ser tan sólo una muestra de exhibición (2 Corintios 3:2-3).
  2. Si Dios es quien ha escrito la carta de tu vida, serás una obra maestra para quienes te quieran leer.

HG/MD

“Ustedes son nuestra carta, escrita en nuestro corazón, conocida y leída por todos los hombres.  Es evidente que ustedes son carta de Cristo, expedida por nosotros, escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en las tablas de corazones humanos” (2 Corintios 3:2-3).