Lectura: 1 Reyes 19:1-18

Con los años se ha vuelto más y más popular el uso de auriculares o audífonos para los dispositivos móviles, incluso hay modelos que bloquean casi completamente el ruido exterior.  Por supuesto esto ha generado mucha polémica con respecto a si dañan o no la audición.

Con el fin de salir de las dudas, un diario le consultó a un otorrinolaringólogo y a un ingeniero de sonido sobre la certeza de esas afirmaciones, ambos coincidieron en que estos artefactos no afectan la audición si se usan correctamente, por ejemplo, el volumen no debe superar los 80 decibeles lo cual equivale al ruido de una aspiradora, un tren o el tráfico denso en carretera.  Adicionalmente, recomiendan no exceder las dos horas diarias de uso, se deben mantener limpios, no deben ser compartidos con otras personas, entre otras recomendaciones.

Este mundo está lleno de ruidos diseñados para vender, seducir y engañar, por ejemplo, el ruido de un motor indica potencia y fortaleza, mientras que los sonidos suaves nos comunican tranquilidad y confort, comúnmente se usan en los restaurantes.

Los sonidos te acompañan donde quiera que vayas, desde una canción hasta las conversaciones en las oficinas o escuelas, y a veces estos ruidos no te dejan oír la voz que en verdad es la más importante de todas.

Elías, el profeta de Dios, había prestado atención a las amenazas de Jezabel y a la voz de su propio temor y cansancio, así que huyó a una cueva con el fin de esconderse de todos.  Estando ahí enfrentó el abrumador ruido del viento, de un terremoto y del fuego (1 Reyes 19:11-12).  Luego de esto, la cueva volvió a estar en silencio y la voz del Señor, la única que importaba, se introdujo en aquella cueva como una brisa que tenía un sonido apacible y delicado (v.12).

Si quieres escuchar a Dios hablando a tu corazón por medio de Su Palabra, necesitas deshacerte del ruido de las multitudes y del mundo que intenta robar tu atención.  Aprende a estar en silencio y a escuchar, sólo de esta forma podrás empezar a tener una relación constante y creciente con el Señor Jesús.

  1. Si quieres escuchar la voz de Dios, baja el ruido del mundo.
  2. Los tiempos a solas con Dios son momentos para leer la Biblia, contarle lo que sientes y en ocasiones para callarte y oír al Espíritu Santo hablando a tu corazón por medio de Su Palabra.

HG/MD

“Sepan que el Señor ha apartado al piadoso para sí; el Señor oirá cuando yo clame a él.  Tiemblen y no pequen. Reflexionen en su corazón sobre su cama y estén en silencio.” (Salmos 4:3-4).