Lectura: Hebreos 3:7-15

Todo parecía acusarlo, era el principal sospechoso de un asesinato; sin embargo, nadie pudo probarlo y el caso fue abandonado, de modo que resultó absuelto del crimen.  La verdad era que este hombre, sí había asesinado a una persona.  ¿Entonces, se salió con la suya? ¿O no?

Muchos años después, cuando su salud estaba muy deteriorada y vivía en un hogar para ancianos, no pudo más con su conciencia y confesó el delito.  Un detective que se encargó de la investigación original dijo: “Se pasó casi 30 años de su vida sintiéndose perseguido, no sólo por la ley, sino también por su Hacedor,  mi opinión es que quiere limpiar su conciencia antes de encontrarse con Dios…o al menos intentarlo.”

Para un agente de limpieza, resulta extraño hablar de sangre; no obstante la Biblia efectivamente vincula la muerte de Cristo en la cruz con nuestra comparecencia delante de Dios (Heb.10:19).  Cristo derramó su sangre para que fuésemos perdonados y lavados espiritualmente.  Esto nos permite presentarnos ante Dios con una conciencia limpia tal y como dice Hebreos 10:22: “acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe…”.

No importa quién seas o lo que hayas hecho; Jesús puede limpiar tu vida y tu conciencia.  Admite ante Él tus pecados, confía en que su sacrificio puede darte vida y haz las paces con tu Hacedor.

  1. Cuando admites tus errores y buscas reconciliación con Dios, puedes disfrutar de la paz verdadera.
  1. No importa cuántos años llevas ocultando tus pecados, hoy es un buen día para admitirlos delante de Dios y experimentar su perdón.

HG/MD

“Lávame más y más de mi maldad, y límpiame de mi pecado” Salmos 51:2