Lectura: Filipenses 2:5-11

¿Qué encierra un nombre?  Es la señal de identidad que nos diferencia de otras personas. Es lo primero que decimos cuando nos presentamos ante otros.  A pesar de que es nuestra más importante señal de identidad es algo que no elegimos, no tenemos ni voz ni voto en ello, puesto que aún, o no existimos, o estamos en el vientre materno. Aunque es algo que no podemos elegir, está demostrado que el nombre tiene un impacto en nosotros, especialmente en la formación de nuestra personalidad.

Pero, para los creyentes hay un nombre que está sobre todo nombre: Jesús.  Cuando el ángel le dijo a José el nombre que acompañaría al Hijo de Dios, pronunció las siguientes palabras: “…llamarás su nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados” (Mateo 1:21).  El nombre de Jesús ha llegado a ser el nombre más exaltado de todos y el más significativo tanto en la tierra como en el cielo (Filipenses 2:10).

Y nosotros, ¿qué asociamos cuando escuchamos el nombre de Jesús? Su nombre evoca toda la gracia de Dios, toda la maravillosa obra de redención inmerecida, envuelve todo lo que creemos y, sobre todo, lo que esperamos.  A ese nombre y al ser divino que lo acompaña le cantamos y adoramos; esperamos estar algún día en Su presencia para arrodillarnos ante Él, pero no como un acto de vergüenza, sino de reconocimiento por quien es Él.  Jesús es Dios.

  1. Jesús cuan dulce es tu nombre.
  2. El nombre de Jesús no significa nada para muchos, pero es el más glorioso y hermoso nombre para el pecador arrepentido.

HG/MD

“Por lo cual, también Dios lo exaltó hasta lo sumo y le otorgó el nombre que es sobre todo nombre” (Filipenses 2:9).