Lectura: Mateo 13:53-58

Como la de muchas personas extraordinarias, la vida de Giuseppe Verdi no fue fácil, a pesar de ser finalmente reconocido como un maestro de la composición dramática.  En sus inicios se le negó la entrada al conservatorio de Milán, debido que, según sus directores le faltaba preparación y no tenía los antecedentes requeridos.

No obstante, el tiempo trae consigo acontecimientos extraños y hasta irónicos, que tienen que ver con los cambios en la forma de pensar de las personas, más aún cuando la fama de alguien se hace notoria; la escuela que le había cerrado las puertas cambió su nombre y le pusieron: Conservatorio de Música Verdi.

La historia de este talentoso músico, se asemeja mucho a lo que le pasó al Señor y a lo que nos pasa a todos quienes le seguimos.  Jesús fue rechazado por los suyos porque pensaban que Él no tenía los antecedentes familiares adecuados (Mateo 13:53-58).  A pesar de que Jesús habló la verdad de manera poderosa y extraordinaria, no recibió el reconocimiento que merecía; pero llegará el día en que todos nos inclinaremos delante de Él y le daremos el honor que merece Su nombre (Filipenses 2:9-11).

Todos los que hemos depositado nuestra fe en Jesús como nuestro Salvador y Señor, compartiremos parte de su gloria con Él (Efesios 1:18; 2 Timoteo 2:12; Apocalipsis 22:5; Colosenses 3:4); aunque en un momento de nuestra vida estábamos muertos en nuestros delitos y pecados (Efesios 2:1-3), podemos esperar un glorioso y feliz final (Efesios 2:4-10).

  1. ¿Y tú qué esperas? No hagas con Jesús lo que hicieron los líderes religiosos al rechazarle, no le cierres las puertas de tu corazón, vale la pena depositar tu futuro en Jesús, ya que todos de alguna forma necesitamos vivir con la esperanza de que la muerte no será el final de todo.
  2. Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito para que todo aquel que en él cree no se pierda más tenga vida eterna (Juan 3:16).

HG/MD

“Y cuando se manifieste Cristo, la vida de ustedes, entonces también ustedes serán manifestados con él en gloria” (Colosenses 3:4).