Lectura: 2 Corintios 4:7-18

Muchas culturas parecen valorar la juventud más que la edad. En los puestos de trabajo, por ejemplo, en algunos lugares existen políticas de jubilación obligatoria y restringen el número de años que se considera útil a un empleado.

Sin embargo, los creyentes no tienen que sentirse improductivos a medida envejecen. Mientras más viejos somos, deberíamos ser más eficaces y fuertes en la fe. De la misma forma en que el otoño es la época de abundantes cosechas, así nosotros deberíamos poder decir: “Por lo tanto, no nos desanimamos. Y aunque por fuera nos vamos desgastando, por dentro nos vamos renovando de día en día.” (2 Cor. 4:16 RVC).

Eso le sucedió al apóstol Pablo. Durante años de servicio para el Señor, enfrentó muchas dificultades. Pablo reconocía su fragilidad humana y también que “la muerte actúa en nosotros” (2 Cor.4:12). Pero incluso a medida que su cuerpo se debilitaba, su espíritu se fortalecía. Mientras más envejecía físicamente, más vibraba espiritualmente.

¿Estas creciendo “en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesús? (2 Ped.3:18). El salmista escribió: “plantados en la casa del Señor…aun en la vejez fructificarán: estarán vigorosos y verdes” (Salmos 92:13-14)

  1. A medida que Dios añade años a tu vida, pídele que añada vida a tus años.
  2. En todas las épocas de tu vida, puedes servir al Señor, es cuestión de disposición de tu parte.

NPD/MDH