Lectura: Nehemías 1:1-2:8

Un creyente decidió comprar el automóvil de sus sueños y un seguro contra accidentes y robos.  No obstante, en algunos momentos se sentía hipócrita cuando oraba pidiendo protección.

Esta persona no tenía por qué sentirse culpable, en la Palabra de Dios se nos dice que es de sabios planificar y pedir humildemente por Su protección.

En nuestra lectura devocional en el libro de Nehemías, se nos brinda una ilustración sobre cómo combinar la planificación y la oración.  Nehemías era un judío que se encontraba lejos de su hogar, trabajando en un oficio muy peligroso y en algunos casos mortal. Como copero del rey de Persia, él debía probar un poco de cualquier bebida ofrecida al rey antes de que la consumiera.  Comúnmente, los coperos desarrollaban una relación muy cercana con el rey al cual servían, pues pasaban mucho tiempo con ellos.

Antes de hablar con el rey Ciro, Nehemías ora a Dios por Su misericordia y dirección (Nehemias 1:4-11).  Días después el rey nota a Nehemías triste y le pregunta la razón; antes de responder Nehemías ora nuevamente a Dios, posteriormente le cuenta al rey el motivo de su tristeza, y le pide autorización para reedificar su amada Jerusalén; finalmente recibe el visto bueno para reedificar y además le proporcionó materiales para la reconstrucción. Sin embargo, los primeros judíos que regresaron a Jerusalén no lo estaban pasando bien (Nehemías 2:10,19), ya que las paredes que protegían la ciudad estaban destruidas (Nehemías 1:3).

Así que Nehemías les alentó, indicándoles lo bueno que había sido el Señor, pero no se quedó allí, sino que actuó e hizo planes cuidadosos para proteger a aquellos primeros habitantes de Jerusalén. Con el tiempo se erigieron los muros de nuevo, gracias a los planes realizados y las oraciones a nuestro Señor.  

  1. Si tienes algún proyecto o sueño en tu vida, planifica los pasos que necesitas dar para conseguirlo y ora a Dios pidiendo que se realice Su voluntad para tu vida.
  2. Los mejores planes comienzan y terminan con Dios.

HG/MD

“Oh Señor, por favor, esté atento tu oído a la oración de tu siervo y a la oración de tus siervos que quieren reverenciar tu nombre. Prospera, por favor, a tu siervo hoy y concédele gracia ante aquel hombre” (Nehemías 1:11).